Con sentido político.
Por estos días me vienen a la mente aquellos momentos de recesión económica de los años 90, cuando Cuba se quedó sin la vaca que da de mamar, donde una libra de dignidad solo costaba conciencia, cuando todavía un buen gesto se premiaba con un beso.
Para muchos ya esa etapa de nuestras vidas quedó muerta y enterrada, marcaron con lágrimas las páginas de esa historia, les dieron vuelta sin percatarse que a esa lectura le faltaba mucho todavía.
Cuando cocinar con aceite era un lujo y la carne solo se veía en revistas, el gobierno pedía sacrificios, prometiendo un jugoso porvenir. No fueron pocos los que albergaron esperanza en las promesas de Fidel, se enrollaron en las mentiras del Estado y una vez mas dejaron de pensar y actuar.
Hoy como consecuencia de nuestra inactividad, seguimos en medio de una crisis económica que no tiene fin. Los cubanos tenemos la misma miseria que hace 20 años, somos tan reprimidos y privados de la libertad como aquellos que desafortunadamente descansan en fosas comunes.
El discurso del presidente heredero no difiere en nada de su antecesor, salvo en tiempo y espacio, el método es casi el mismo, mantener a la población desinformada y presta a la especulación, para después asomar victorioso una solución salvadora, que ni salva ni resuelve, pero entretiene.
El liderazgo de Raúl se caracteriza por defenestrar figuras, promover diplomáticos que comulguen la palabra del “Señor” y contabilizar el ganado que pasta a sus pies. Superar viejas asperezas que protagonizó el hermano con varios países del orbe, es otra de sus metas.
Raúl no se erige como la ultima esperanza de la sociedad, ese momento aun no llega, tenemos que seguir esperando por un representante de pueblo, con ideas más renovadoras y menos política dictatorial.
En espera de que algo grande suceda, el pueblo sigue pasando las de milagros, continuará con necesidades que la revolución bolivariana no va a suplir. Hará mutar la corrupción para seguir sobreviviendo a la recesiòn económica que vivimos por casi 20 años.
Algunas personas afrontan la inseguridad económica con aparente naturalidad, se saben impotentes, maniatados y utilizados por la elite gobernante. Otros con sentido político tratan de sumar adeptos a la lucha por la democracia. Hay toda una nueva generación de activistas políticos que se esta haciendo sentir, que son la pesadilla de la policía castrista.
Un gran número de nativos piensa que el problema de Cuba lo va a resolver la sociedad civil, que emerge desde el silencio con madures, que no albergan el odio, pero que tampoco está dispuesto a que lo traten como delincuente solo por pensar diferente.
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